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Cambios
→Descripción de la ruta
Se cruza el portón y casi de inmediato se deja el camino vehicular, doblando por una senda a mano derecha. La senda se acerca al río y gira pasando debajo del puente, continuando paralela al cauce, aguas arriba. Es un sendero amplio y bien demarcado, ligeramente alejado de la orilla del arroyo.
Al cabo de unos ochocientos metros se llega a un punto donde un gran árbol caído obstruye el paso: allí se debe doblar a la izquierda, buscando tomando trazos de sendero nada claros, para alcanzar la ribera del Correntoso. Son solo unos cien metros entre vegetación espinosa y sin un paso definido, pero buscando con atención se puede pasar sin mucha dificultad.
Una vez se llega a la orilla del estero, desaparece todo rastro de senda: hay que seguir el curso de agua prácticamente por su lecho; en ocasiones ingresando al agua, otras por las piedras del borde. Se inicia lógicamente una infinita sucesión de pozos y pequeños saltos, todos muy hermosos.
El arroyo se va encajonando, pero aunque se pasan tramos rodeados con algunas paredes, siempre hay forma de seguir su cauce, ya sea por el agua o por la ribera. Antes de un kilómetro y medio de avance, se comienza a observar una bifurcación el del cajón: se debe buscar tomar el afluente de la izquierda, siguiendo un brazo menor a ese costado.
Aunque el caudal disminuye, la pendiente del ascenso aumenta y el tamaño de algunas rocas puede obligar a ingresar a veces a la intrincada vegetación del costadode la ribera. Son pasos cortos, no demasiado complejos. En este tramo pocas veces hay que ingresar al agua, aunque es frecuente que deban treparse piedras: en general nada muy complejo pero si un avance un poco lento.
Las cascadas se van haciendo más grandes y el cajón más estrecho, hasta que finalmente, después de pasar el kilómetro y medio desde la bifurcación de arroyos, se llega a la cascada mayor: un hermoso salto con su cristalino pozón.
